El Embalse Lautaro una de las obras de ingeniería más antiguas del valle de Copiapó, ha sido durante décadas un pilar esencial en la protección de la región contra inundaciones y en el suministro de agua para riego. A lo largo de su historia, el embalse Lautaro ha soportado eventos críticos. En julio de 1987, lluvias intensas que según registros no se veían desde 1927, provocaron estragos en Atacama. La nieve acumulada en la cordillera obligó a regular el caudal del embalse que en diciembre de ese año alcanzó su capacidad máxima, con un desborde de 5.000 litros por segundo. El río Copiapó creció hasta 19.000 litros por segundo, arrasando con puentes, caminos y generando inundaciones en diversos sectores agrícolas y comunidades del valle.

En marzo del 2015, el embalse Lautaro desempeño un papel crucial conteniendo más de 7 millones de m³ de agua y atenuando un caudal instantáneo superior a los 100.000 litros por segundos. Dos años después en junio del 2017, otra lluvia intensa puso a prueba al embalse, que una vez más protegió el valle reteniendo un caudal de 17m³ registrado. Sin embargo, estos episodios extremos, especialmente del 2015 y el 2017, han reducido la capacidad del embalse en unos 19 millones de m³ debido a la acumulación de sedimentos. Hoy su capacidad ha disminuido a 23 millones de m³ y se estima que esta cifra podría ser incluso menor debido a los depósitos sedimentarios acumulados.

A pesar de ser clave en la seguridad del valle y su rol en protección civil, el embalse Lautaro sigue sin recibir la atención que se merece. La Junta de Vigilancia del Río Copiapó y sus Afluentes ha advertido sobre la urgente necesidad de restaurar y mantener la capacidad del embalse como medida prioritaria dentro de la estratégica regional de desarrollo Atacama. Mantener la capacidad de acopio no solo da seguridad de riego , también a todos los habitantes del valle, T.Amarilla y Copiapó. Sin acciónes concretas el embalse Lautaro corre riesgo de no poder cumplir su rol protector de desastres en futuros eventos.