En el día mundial del agua, como organización a cargo de administrar y distribuir las aguas superficiales del Río Copiapó y sus Afluentes, quisiéramos rememorar y citar a Charles Darwin en su paso por Copiapó en 1885:
“…después de dos o tres años de sequía, durante los cuales no llueve ni una sola vez sucede de ordinario un año lluvioso. Los ríos se desbordan y cubren de gravilla y arena las únicas fajas de terreno que pueden ser cultivadas; y, además, esas inundaciones destruyen los trabajos de irrigación. Hace tres años, lluvias abundantes causaron grandes estragos. Este año ha habido mucha agua y todo el mundo ha podido regar sus tierras tanto como ha querido; pero, a menudo, ha sido preciso apostar soldados en las esclusas, para que cada cual tomara tan sólo la que le correspondía durante determinadas horas de la semana. … pero a medida que se desciende por el valle el volumen de agua se hace cada vez más menor y el río acaba por quedar en seco… Los habitantes miran una tormenta en la cordillera con gran interés, porque una buena caída de nieve asegura el agua para el año siguiente. Eso tiene para ellos infinitamente más importancia que la lluvia en la parte baja del territorio. Cuando llueve, cosa que sucede una vez cada dos o tres años, es una gran ventaja, sin duda, porque los rebaños y las mulas encuentran en seguida algunos pastos en las montañas. Pero si no nieva en los Andes, la desolación se extiende por todo el valle”. (Viaje de Valparaíso a Copiapó, 1885, Darwin, Charles, 1809-1882. 1a. ed.; 2007)
En sus primeras observaciones sobre los recursos naturales, C. Darwin daba cuenta sobre el régimen hídrico del valle de Copiapó, resaltando que las aguas ya eran un recurso escaso de la época, hecho que ha sido una constante en el tiempo, y así lo avala la estadística. La cuenca del Río Copiapó, cada cierto número de años, recibe más agua de la que es capaz de soportar en eventos de muy corto tiempo, los cauces aumentan cerca de 100 veces su condición normal, desbordándose y causando daño a su paso. El suelo no es capaz de absorber todo el volumen, como consecuencia, las aguas terminan de forma brusca en el mar, aguas que no pueden ser gestionadas ni aprovechadas por todos los que viven en el territorio y así ha quedado demostrado en los eventos climáticos de los años 1987,1997,2015 y 2017.
A casi 200 años, de las observaciones de C. Darwin, se hace necesario reflexionar sobre el porqué, las distintas autoridades no han sido capaces de tomar grandes decisiones que permitan un real aprovechamiento del recurso hídrico, para que este pueda ser gestionada de forma inteligente, contemplado estos ciclos y los requerimientos productivos generadores de empleo y desarrollo económico del valle, y también las necesidades ecosistémicas generadores de vida y espacios para la comunidad. Recordemos que las últimas grandes obras de riego para la provincia de Copiapó son el Embalse Lautaro, que data desde 1920 y la unificación de canales matrices de riego de los años 60.
Solo con la toma de grandes decisiones se podrá dar un vuelco a lo acostumbrado, tal como lo hicieron países como Singapur e Israel, que centraron sus políticas e inversiones en ello; Australia, por su parte es un verdadero ejemplo de manejo de cuencas sin contar con una cordillera, y sin ir más lejos el vecino valle de Huasco, quien, tras la decisión de la construcción del Embalse Santa Juana, avanzo de manera significativa desde el año 1995 a la fecha, logrando una equilibrada gestión del recurso.
En nuestra función de administrar y distribuir las aguas en cauces naturales, esperamos que la pronta conformación de los Consejos de Cuenca hacia una transición hídrica justa, sea la instancia para que la autoridad en conjunto con el sector privado pueda avanzar en la toma de estas decisiones estratégicas de largo plazo, que consideren la implementación de proyectos para el aprovechamiento sostenible del agua en sus respectivos ámbitos y en definitiva mejorar la situación hídrica de la cuenca del valle de Copiapó.